Cuando se logra una gesta deportiva es muy común apreciar en los lugares de esparcimiento de Colombia abrazos con personas desconocidas, diálogos entre seres que nunca se han visto, individuos que coinciden en la indumentaria, conceptos todos válidos y energía siempre positiva.
Eso sólo lo puede producir en el país el deporte, ese vehículo generador de recreación, promotor del pasatiempo y sinónimo de integración, destreza, habilidad y superación.
El escritor uruguayo Eduardo Galeano aseguró en uno de sus escritos que “el fútbol es la única religión que no tiene ateos”, pero creo que esto se puede aplicar también al deporte en general, ya que a lo largo de la historia se ha comprobado que una de las únicas maneras de unir a los colombianos es a través de la actividad muscular.
Tanto el fútbol como el boxeo, el tiro deportivo, el béisbol, el atletismo, el automovilismo, el bicicrós, el tenis, el karate, el taekwondo, el judo, el levantamiento de pesas y el ciclismo han sido algunas de las tantas actividades que además de posicionar al país se han convertido en máquinas generadoras de alegrías y en verdaderos motores de integración de una nación que cuando está en modo deporte se olvida de las diferencias sociales, del desempleo, de la violencia, de las desigualdades y de la falta de oportunidades para muchos.
Sin importar si hay que madrugar o trasnochar los colombianos siempre encauzan la energía hacia el mismo lado cuando se trata de apoyar a sus compatriotas o de disfrutar de sus conquistas producto de los escasos procesos que se apoyan acá y de la enorme capacidad de superación personal que identifica en la mayoría de los casos a nuestros deportistas.
Esa euforia que vivimos por estos días con la gran actuación de las chicas Superpoderosas en el Mundial de Fútbol de mayores de mujeres que se juega en Oceanía viene siendo la constante desde 1962, año en el que por primera vez Colombia participó en la Copa Mundo del balompié masculino con un inolvidable gol olímpico de Marcos Coll en Chile.
Poner a los colombianos a coincidir y siempre será una misión titánica, sin embargo eso ha sido posible desde que Martín Cochise Rodríguez logró el título en el Mundial de ciclismo de Italia en 1971, cuando Antonio Cervantes Kid Pambelé le enseñó a ganar al deportista nacional con su primer título mundial de boxeo en 1972 al derrotar al panameño Alfonso Frazer y el año en que el tirador Hellmut Bellingrodt (plata en tiro deportivo) y los boxeadores Alfonso Pérez (bronce en los 57-60 kgs) y Clemente Rojas (bronce en los 54-57 kgs) lograron en 1972 las primeras medallas de esta tierra en los Juegos Olímpicos
Víctor Luna, quien fue campeón en su etapa de futbolista con Nacional y América, y en su fase de entrenador llevó al Independiente Medellín en 2002 al título luego de 45 años de sequía, es un convencido de que el deporte en Colombia es una especie de “bálsamo cundo aparece y habla de resultados”.
Es más, asegura que “el escritor italiano Umberto Eco habla del fútbol y la vida diciendo que los seres normales debemos trabajar y estudiar, pero antes habla del fútbol y su direccionamiento en la vida y también habla de ese Dios invisible que gobierna todo y cómo el fútbol genera emociones y ayuda a gestionar las emociones de un mundo a su gusto”.
Esas emociones han sido escasas de parte de la actividad muscular en Colombia pese a que es una de las potencias deportivas de Suramérica. Sin embargo, dichas alegrías siempre resultan muy significativas, ya que cuando llegan ponen a un gran número de los más de 50 millones de colombianos a hablar el mismo idioma y a marchar en la misma dirección.
De eso no quedaron dudas cuando Lucho Herrera ganó la Vuelta a España en 1987, el día que Atlético Nacional logró la Copa Libertadores en 1989, esa vez que la pesista María Isabel Urrutia consiguió el primer para la nación en los Olímpicos de Sídney-2000, el momento cuando la Selección Colombia ganó la Copa América en 2001 y la ocasión en que Once Caldas se impuso sobre el encopetado Boca Juniors de Argentina en la Copa de 2004, en Manizales y con Luis Fernando Montoya como estratega.
El que el deporte sea el único motor capaz de unir a los colombianos también fue ratificado el año en que Nairo Quintana se llevó el Giro de Italia (2014), la jornada memorable de Egan Bernal conquistando el Tour de Francia en 2019, las fechas en las que Mariana Pajón conquistó sus dos oros olímpicos (Londres-2012 y Río-2016), las 34 ocasiones en las que Colombia ha conseguido medallas en los Juegos Olímpicos, la vez que Colombia disputó su primera mundial de un torneo Fifa en la Copa Mundo Sub-17 de 2022 en La India con el entrenador Carlos Paniagua y el día de 2023 en el que la Selección Colombia le ganó 2-1 a Alemania en el Mundial mayores femenino de Oceanía con los golazos de Linda Caicedo y Manuela Vanegas.
Es cierto que las épocas cambian y las oportunidades son diferentes, pero independiente del entorno y de la realidad que esté viviendo el país lo más seguro es que los colombianos sigamos uniéndonos gracias a las gestas que cada día logran nuestros deportistas y que seguramente serán mayores en los años venideros, porque ellos siempre están dispuestos a poner en práctica una de las frases célebres del múltiple campeón olímpico de natación, el estadounidense Michael Phelps: “si quieres ser el mejor tienes que estar dispuesto a hacer las cosas que otros no están dispuestos a hacer”.