Los aguardientes ahora son escasos, se compran de a uno y en medio de pilas de canastas de huevos. Los hay blancos y colorados y han sido la salvación de don Carlos durante la pandemia.
Algunos huevos están quebrados, porque según don Carlos los borrachos les han caído encima.
El bar La Yuca está entre la carrera 48 con calle 51 desde hace más de 25 años, era el descansadero de carniceros y coteros. Hoy esos mismos clientes son los que lo siguen visitando.
Antes en un día normal don Carlos, hacía hasta 2 millones de pesos, hoy por hoy no pasa de los 400 mil, sin embargo seguirá vendiendo y sobreviviendo entre tangos y huevos sin quebrar.