El juicio contra el expresidente tunecino Zine El Abidine Ben Alí y su esposa, Leila Trabelsi, comenzó hoy en el tribunal de primera instancia de Túnez, en un ambiente tenso y con gran asistencia de público,anunciaron los medios locales.
El juicio no contará, sin embargo, con la presencia de Ben Alí ni de su esposa, ambos prófugos de la justicia desde que escaparon del país el pasado 14 de enero y actualmente refugiados en Arabia Saudí.
Acusado de homicidio voluntario, abuso de poder, complot contra la seguridad del Estado, malversación de fondos e incluso blanqueo de dinero, entre otros cargos, Ben Alí se enfrenta a una pena que va desde los cinco años de prisión a la condena a muerte.
Las autoridades transitorias de Túnez se han movilizado casi desde su marcha del país para lograr su arresto y extradición.
Además de la jurisdicción civil, Ben Alí debe ser procesado ante un tribunal militar por 35 de los 93 delitos de los que se le acusa, según anunció hace unos días el jefe del Gobierno provisional tunecino, Beji Kaid Essebsi.
Ben Alí ha rechazado todas las acusaciones, según un comunicado divulgado por uno de sus abogados ayer en Beirut.
El presidente depuesto afirma que él nunca ha tenido en su poder las cantidades de dinero descubiertas en su residencia, que las armas halladas son fusiles de caza que le regalaron jefes de Estado y que nunca ha usado o poseído estupefacientes.
El sábado pasado, el secretario general de la Orden de los Abogados Tunecinos, Mohamed Rached Fray, había anunciado su rechazo categórico a defender a Ben Ali.
Fray fue designado de oficio para representar al expresidente, pero se negó y dijo que cinco de sus colegas asegurarán la defensa del acusado.
Él se encargará únicamente de la organización "para garantizar el buen desarrollo del proceso y respetar los derechos de la defensa", añadió.
Las protestas que llevaron a la caída de Ben Ali comenzaron en diciembre pasado, después de que el joven Mohamed Buazizi se prendiese fuego en la localidad de Sidi Buzid para protestar contra el maltrato de las autoridades locales y la policía.
Los tunecinos se echaron rápidamente a la calle en un movimiento contestatario que se extendió como la pólvora hasta que se produjo la caída del régimen de Ben Alí y su fuga a Arabia Saudí.
La revuelta, calificada como "la revolución del jazmín", se saldó con la muerte de al menos 300 personas y fue ejemplo de protestas similares en otros países africanos y de Oriente Medio conocidas como "la primavera árabe".