Los alumbrados de Medellín no solo iluminan la ciudad, también cuentan historias de dedicación, arte y amor por el oficio. Una de ellas es la de Claudia Patricia Cruz, artesana empapeladora que desde hace 12 años aporta su talento a uno de los alumbrados más reconocidos de Colombia.
Claudia habla de su trabajo con una alegría que se nota en cada palabra. Para ella, hacer parte de este proceso es una satisfacción enorme: ver cómo todo sale bien, cómo cada pieza toma forma y cómo miles de personas disfrutan del resultado final. “Todo es hermoso y yo hice parte de una partecita”, dice con orgullo.
Vive en el barrio 12 de Octubre, junto a su esposo, su hija y sus tres perros, Ares, Tequila y Joy, desde donde cada día empieza su jornada laboral a las 6:00 a. m., finalizando a las 3:45 p. m. Allí, en la planta donde se construyen los alumbrados, encuentra un ambiente de trabajo que califica como “chévere”, un lugar donde se siente feliz y tranquila haciendo lo que ama.
Para Claudia, lo más gratificante es ver cómo los visitantes se sorprenden con el alumbrado. Saber que quienes vienen a conocerlo quedan encantados y reconocen el esfuerzo de todo un año es, para ella, un motivo de orgullo. “Es algo muy chévere… no se arrepienten de participar en todo esto que se hace con mucho amor”, asegura.
Con emoción, invita a todos a visitar el alumbrado de Medellín que considera “el más bonito de Colombia”. Un espectáculo que no sería posible sin manos como la suya, que cada día dan vida a la magia que ilumina la ciudad.