En la comuna 10 pleno centro de Medellín, nuestra Cámara Ambulante encontró a un ciudadano venezolano que llegó hace 6 meses a la ciudad y desde entonces es la atracción de los conductores y transeúntes por sus malabares y movimientos sobre una cuerda.
De los más de 45 mil ciudadanos venezolanos que se calcula han llegado a Medellín en los últimos 2 años, huyendo de la difícil situación del país bolivariano, encontramos en un sector de la Avenida Oriental, cerca de la calle Argentina a Héctor, un tatuador profesional que desde hace 6 meses, encontró en una cuerda la forma de ganarse la vida.
Este hombre de 29 años, padre de 2 hijos trabajaba como técnico en electromecánica en su país y oficiaba como tatuador profesional, pero la situación actual lo obligó a huir con sus hijos y padres hacia Medellín, donde encontró en la cuerda tensa una forma para sostener a su familia.
Este hombre hace sus malabares durante 8 horas diarias
Con un grito de alegría y batalla, cada día llega a este punto del centro, amarra una cuerda de 8 metros entre los árboles para deleitar a los conductores y transeúntes, muy cerca de él, su papá lo acompaña en esta jornada de hasta 8 diarias haciendo malabares.
Héctor tiene un sueño por cumplir en Medellín: montar su propio taller de tatuajes y poderse radicar para de a poco dejar en el pasado la triste situación que lo obligó a huir de su país natal.