Madrid, 17 ene (EFE).- Un grupo de científicos españoles, dirigidos por el doctor Ramón Cacabelos, ha diseñado la primera vacuna contra el alzheimer capaz de prevenir la enfermedad o revertir sus manifestaciones cuando ya se ha desarrollado, tal y como han evidenciado los ensayos realizados en ratones transgénicos.
El doctor Cacabelos ha presentado hoy en rueda de prensa la vacuna EB-101 y la documentación científica por la que ha obtenido ya la patente para su fabricación en Estados Unidos, donde el grupo de científicos, perteneciente al Centro Médico EuroEspes de A Coruña, está gestionando con varias multinacionales el inicio de los estudios clínicos en humanos.
Los investigadores están preparados para comenzar en tres o cuatro meses estos ensayos clínicos, que podrían durar de seis a ocho años, pero todo dependerá de los requerimientos que les haga la administración reguladora de los medicamentos en Estados Unidos, la FDA.
De momento, con los ensayos preclínicos que se han realizado en ratones, los investigadores consideran que con esta estrategia se podría duplicar la esperanza de vida de los pacientes con alzheimer (actualmente pueden vivir de tres a ocho años).
No obstante, para los doctores, lo más importante no es prolongar la vida, sino mejorar las condiciones y la dignidad de estas personas que sufren una enfermedad que arroja los siguientes datos: hay unos 36 millones de enfermos en el mundo, 6 millones en Europa y entre 500.000 y 1.300.000 en España, con una incidencia de 150.000 nuevos casos al año.
Más cifras: la previsión es que en 2030 los enfermos en el mundo lleguen a los 66 millones y en 2050 unos 115, con lo que el número de personas, si no hay ningún avance, irá en aumento y con ello el gasto sanitario.
En España, el coste anual de la atención de una persona con esta patología puede oscilar entre los 12.700 y los 22.000 euros, en función del estadio evolutivo. Y también en nuestro país, según el doctor, entre el 60 y 68% de estos enfermos no deberían tomar nada de lo que estén tomando, pero "como no hay otra cosa".
Los médicos tienen puesta su esperanza en esta vacuna y en otras que se están investigando en otras partes del mundo, como Estados Unidos, Israel, Japón o China, aunque los especialistas españoles consideran que la suya ofrece mayor eficacia y seguridad por ser la única con un proceso innovador diferente del resto.
Así lo han evidenciado, según Cacabelos, los ensayos en ratones portadores de las principales mutaciones genéticas responsables de la enfermedad en seres humanos.
En el modelo preventivo de la vacuna se vio que los animales inmunizados no desarrollaban la enfermedad a lo largo de la vida, ni sufrían trastornos inmunológicos, ni una activación del sistema microbiliar, ni tampoco reacciones basculares hemorrágicas en el cerebro.
En el modelo terapéutico, y en los animales que manifestaban signos degeneración cerebral, se evidenció que se detenía el proceso degenerativo y se reducían de forma "espectacular" los rasgos patogénicos que caracterizan al cerebro del enfermo (depósitos de beta-amiloide, ovillos neurogibrilares y reacciones neuroinflamatorias mediadas por las células gliales).
Ante estos resultados, los investigadores hacen hincapié en la importancia de la prevención porque esta enfermedad suele hacerse patente a partir de los 60 ó 65 años, aunque en realidad esta minando el cerebro desde que deja de madurar a los 30 ó 35.
De esta forma, se disponen de 30 ó 40 años para interceptar su curso, un periodo en el que los investigadores concentran sus esfuerzos para proteger a ese cerebro vulnerable desde edades tempranas de la vida para que no degenere y se retrase e incluso evite la aparición de la enfermedad.
Pero los especialistas se muestran prudentes a la hora de hablar de la posible administración en un futuro de la vacuna en humanos: "yo no sería partidario nunca en la enfermedad de alzheimer que aunque saquemos un fármaco o una vacuna aparentemente buena se de a granel", dice Cacabelos.
"Nuestra guerra desde hace muchos años -añade- es ir hacia una medicina personalizada, que hay que adaptarla a la capacidad de respuesta de los pacientes y eso depende el perfil genómico de cada uno".