Carlos Humberto Guarín no se presenta como un héroe, pero lo es. Su historia comienza en Argelia, Antioquia, un municipio del suroeste donde nació, y se fortalece en Medellín, ciudad en la que vive desde hace 46 años. Desde entonces, su vida ha sido una mezcla de pruebas difíciles, lecciones profundas y una gratitud constante hacia la vida.
Carlos trabajaba en el sector de la energía cuando sufrió un accidente que le cambió la vida por completo: perdió sus miembros superiores. “Después de eso, vino lo más grande que me pudo pasar: me casé y tuve dos hijos. Dios me quitó algo, pero me dio algo mucho más grande: una familia”, relata con voz pausada y emoción en el rostro.
Tras la tragedia física, muchos podrían pensar que su vida se detuvo, pero para Carlos Humberto comenzó un nuevo capítulo. El amor llegó a su vida en forma de compañía incondicional y la alegría de ser padre. Hoy, su esposa y sus dos hijos son su mayor orgullo, el motor que lo impulsa a seguir adelante.
“Para mí, la familia es un regalo maravilloso que me dio Dios y la vida. Eso lo es todo”, afirma. En sus palabras se siente el valor de lo esencial, esa fortaleza que nace del corazón cuando todo parece perdido.
Actualmente, Carlos Humberto trabaja en Villa Hermosa, un barrio de Medellín que él define como un paraíso. Allí no solo ha encontrado estabilidad, sino también una comunidad que lo valora y lo respeta. “La gente de Villa Hermosa es maravillosa, muy colaboradora. Este barrio es muy acogedor”, cuenta con una sonrisa que le ilumina el rostro.
Después del accidente, comenzó a trabajar vendiendo lotería y chance en el barrio. “La gente me ha colaborado mucho. En Villa Hermosa conocí la verdadera solidaridad, el respeto por la diferencia y el cariño sincero. Me siento parte de algo muy bonito”, agrega.
En su relato también hay historia familiar. Sus abuelos y tíos llegaron primero al barrio, y con el paso del tiempo se fueron sumando más integrantes de su familia, creando raíces profundas en esta zona de la ciudad. Para Carlos, Medellín no solo es la capital de Antioquia, es un símbolo de esperanza: “Esta ciudad es espectacular, lo mejor que hay en el mundo entero. Para mí es un paraíso”.
Carlos Humberto no busca reconocimiento. Sus palabras están cargadas de humildad y gratitud, pero su vida es un testimonio poderoso. En una sociedad donde la apariencia muchas veces pesa más que la esencia, él nos recuerda que el amor, la fe y la comunidad son más fuertes que cualquier adversidad.
“Yo no me dejo vencer. Hay que seguir adelante. La vida es bonita, y uno tiene que valorar cada cosa, así sea pequeña”, dice con convicción.
Personas como Carlos Humberto Guarín hacen de Medellín una ciudad más solidaria y más inspiradora. Él es uno de #LosPropios, esas personas reales que transforman su entorno con actos sencillos, pero llenos de significado.
Villa Hermosa, el paraíso donde Carlos Humberto encontró una nueva vida
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