El cáncer puede afectar a cualquier parte del cuerpo. Una de sus características es la multiplicación rápida de células anormales que se extienden más allá de los límites normales y pueden propagarse a otros órganos.
Científicos del Instituto de Investigación Biomédica de Bellvigte, con sede en Barcelona, España, descubrieron que los tumores cancerígenos cambian de aspecto porque se apagan unos interruptores moleculares conocidos como microArns-200s, que tienen como objetivo mantener el aspecto epitelial de las células.
El hallazgo fue dirigido por Manel Esteller, jefe del Programa de Epigenética y Biología del Cáncer y fue realizado principalmente en tumores de mama y colon.
Los investigadores descubrieron que algunos de los interruptores que están dentro del grupo llamado microArns-200s, sufren una inactivación y al no estar presentes, las células tumorales cambian. Se estiran, dejan de inhibirse y el tumor progresa.
Además de servir para conocer mejor la enfermedad, los resultados son importantes porque permiten predecir que es posible intervenir externamente en el proceso. Mediante tratamientos se podría revertir el proceso y pasar de una forma muy evolucionada del tumor a una menos invasiva. Esto estaría asociado a una menor progresión de la enfermedad.
Las células de los tumores cambian la piel, porque el cáncer no es una enfermedad estática sino que en su desarrollo acumula transformaciones para evadir las defensas naturales del organismo, adaptarse al nuevo entorno, protegerse de la quimioterapia y radioterapia para no llegar a la metástasis.
Hace algún tiempo se conocía poco de los mecanismos implicados en los cambios tumorales, y que existe una vía en la que inicialmente el tumor presenta un estado sólido, adherido a las células cercanas y se convierte en una masa más líquida, despegada de los tejidos anexos y más flexible. Estas teorias cambian con el estudio presentado por el Programa de Epigenética y Biología del Cáncer.
Oncogenes
Los oncogenes, o genes anormales, son los responsables de la transformación de una célula normal en una maligna, y por lo tanto, tienen relación directa con determinados tipos de cáncer. Hasta el momento, en los humanos, se han identificado y secuenciado más de 60 oncogenes en los diferentes cromosomas del genoma, formando un conjunto muy heterogéneo de genes.
En una persona sana, existen más de 30 trillones de células que son interdependientes, las cuales regulan su proliferación, para asegurar que el tamaño de los diferentes órganos está coordinado y de acuerdo a la talla del individuo.
Por eso, las células sólo proliferan cuando reciben señales muy específicas que provienen de otras células vecinas. Las células cancerosas, sin embargo, violan este esquema: ignoran todas las señales que reciben del exterior, y siguen sus propios esquemas de proliferación, invadiendo no sólo los espacios cercanos, sino también sitios alejados del lugar de origen, a través del proceso de metástasis.
Todas las células de un tumor proceden de una única célula, un ancestro común que en un momento dado puede que décadas antes de la detección del tumor inició un programa inadecuado de proliferación.
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