Belén, 24 dic (EFE).- Miles de cristianos palestinos y de todo el mundo recibieron hoy en la Plaza del Pesebre de Belén al Patriarca Latino de Jerusalén, Fuad Twal, horas antes de que comience la Navidad y oficie la Misa del Gallo en la Basílica de la Natividad.
Twal llegó a la ciudad procedente de Jerusalén, en un tradicional peregrinaje que realiza primero escoltado por la Policía israelí y después, tras cruzar al muro que separa ambos territorios, por la de la Autoridad Nacional Palestina (ANP).
Desde primera hora de la mañana se respiraba un aire de celebración en esta localidad palestina situada a tan sólo ocho kilómetros de Jerusalén y donde la Navidad es motivo de regocijo para toda la población, cristianos y musulmanes por igual.
"Es una gracia inmensa de Dios estar aquí hoy porque tiene la espiritualidad de la encarnación", dijo Marta Navarros Correa, una religiosa de las Hermanas del Sagrado Corazón del Verbo Encarnado.
Navarros, natural de Argentina, vive en Belén desde hace dos meses, por lo que para ella es su primera Navidad en la ciudad.
Además, esta medianoche tendrá el privilegio de participar en la Misa del Gallo en la Gruta de la Natividad, a la que muy poca gente tiene acceso en los momentos que marcan el nacimiento.
Acompañada de otras dos hermanas de su congregación, la argentina Clementina y la italiana Silvia, Navarros se sumaron esta tarde al recibimiento ofrecido a Twal, máxima autoridad eclesiástica católica en Tierra Santa.
La famosa Plaza del Pesebre estaba engalanada hoy con un gran globo con los colores de la bandera palestina y el bordado de una kefia (pañuelo típico de la región), en el que se leían las palabras "Merry Christmas" (Feliz Navidad).
La agencia de la ONU para los refugiados también tiene un cartel cuyo texto dice: "Estas fiestas alumbramos Gaza y Siria".
"Que todo vaya bien, que tengamos paz en el mundo, que se cree un Estado palestino junto a Israel, y que haya paz en Siria", dijo en ese sentido Alexandra Ashrak, una anciana católica palestina que reside en Jerusalén y de una familia con raíces en la ciudad siria de Alepo.
A la entrada de la Basílica de la Natividad un árbol con numerosas bolas rojas y de distintos colores y un pesebre a sus pies recordaba la razón por la que Belén se convierte en el centro del mundo cristiano durante estas fiestas.
El santuario se emplaza sobre la conocida como Gruta de la Natividad, donde según una creencia que data del siglo IV, se hallaba el pesebre, marcado en el suelo por una estrella de plata de catorce puntas sobre mármol blanco y que hoy era un ir y venir de gentes.
Grupos de peregrinos procedentes de Japón, Francia o Alemania merodeaban por la plaza curioseando entre las numerosas tiendas, envueltos por la música de varias bandas de boyscouts y una marcada presencia policial.
Portavoces oficiales de la ANP advirtieron hace dos semanas que este año se esperaba menor afluencia de peregrinos por el impacto de la ofensiva militar israelí en Gaza y la tensión que ha generado el reconocimiento de Palestina como Estado por la ONU, ambos en noviembre.
Unos desarrollos políticos que no interferían hoy en la ceremonia de bienvenida que cientos de monaguillos y religiosos ofrecieron al Patriarca, al que flanquearon desde que bajó del coche que le trasladaba hasta la plazoleta que da acceso a la Basílica de la Natividad.
Twal bendijo a los presentes antes de entrar por la Puerta de la Humildad, una pequeña apertura en la basílica que obliga a cualquiera que entra a inclinarse.