La captura reiterada de integrantes de bandas criminales como Los Chatas, Pachelly y El Mesa pone en evidencia la creciente expansión de estas estructuras hacia los municipios del oriente antioqueño. Según seguimientos realizados por la Policía Nacional y el Ejército, el principal objetivo de estas organizaciones es el control territorial para actividades ilícitas como la extorsión y el narcotráfico, especialmente por el interés en dominar las rutas estratégicas para el transporte de drogas.
El fenómeno no es reciente, pero su aceleración se atribuye al vacío de poder dejado tras la desmovilización de la guerrilla de las Farc en la región. Este hecho marcó un punto de inflexión que permitió a estas bandas extender su alcance fuera del Área Metropolitana del Valle de Aburrá, consolidando su presencia en territorios que hasta entonces no estaban bajo su influencia.
Informes recientes de Antioquia Cómo Vamos confirman que las bandas mencionadas ya operan en al menos catorce municipios del Oriente antioqueño. Esta expansión ha generado preocupación en las comunidades locales, donde las actividades criminales han provocado un aumento en las denuncias de extorsión, amenazas y otros delitos relacionados con el narcotráfico.
El Oriente antioqueño se ha convertido en una zona estratégica para el tráfico de drogas debido a su ubicación y a la relativa facilidad de movilidad hacia otras regiones del país. Esto ha incrementado los enfrentamientos entre grupos armados por el control de las rutas, así como el sometimiento de comunidades mediante extorsiones y violencia.
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