Testimonios de pilotos en audios, imágenes y ayuda audiovisuales de herramientas que brindan información aérea, evidenciarían que todo se trató de un error humano y exceso de confianza del capitán.
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El avión con matrícula CP2933 de la aerolínea LAMIA, que transportaba al equipo Chapecoense de Brasil, salió sin contratiempo del aeropuerto Viru Viru de Santa Cruz de la Sierra, Bolivia.
Según la aplicación Flightradar24, que muestra información en tiempo real sobre el tráfico aéreo, su velocidad promedio fue de 278 nudos, es decir, 700 kilómetros por hora.
Esa velocidad fue bajando paulatinamente al entrar a cielo antioqueño. La aplicación muestra que pasadas las 9 y 30 de la noche 3 aeronaves fueron puestas en espera de aterrizaje para priorizar la llegada de otro avión de la empresa Viva Colombia.
En el aire, según audios del copiloto de Avianca, Juan Sebastián Upegui, a bordo de una aeronave que también daba vueltas esperando para aterrizar, inició la comunicación del capitán del vuelo de Chapecoense con la torre de control.
En ese momento, según Upegui, el drama del vuelo que llevaba 77 personas aumentó al buscar de cualquier forma la pista del Aeropuerto José María Córdoba.
El audio del copiloto coincide con los parámetros de la aplicación Flightradar24 que muestra cambios en la altitud, rumbo y velocidad del vuelo.
Expertos en aeronáutica aseguran que el avión nunca tuvo falla eléctrica si no falta de combustible, lo que ocasionó el apagón del avión.
La principal hipótesis daría cuenta a que la aeronave se cayó y no se estrelló y que el Capitán Marco Santana no informó la falta combustible por evitar una sanción económica personal y otra a la empresa de la que era socio.