La tragedia en Armero conmovió al mundo, ayudas y personas de distintos lugares llegaron hasta este lugar, la más memorable de ellas, el papa Juan Pablo II, quien arribó hasta la zona de la tragedia y de rodillas oró por los más de 25.000 fallecidos, declarando este lugar como un camposanto.
“En esa calle aprendí a montar bicicleta, eso hace que los recuerdos nunca van a pasar, nunca van a pasar y hay que transmitirlos de generación en generación, porque es una gran sociedad que se perdió una gran identidad”, narró Fredy Ariel Gutiérrez, sobreviviente de la tragedia en Armero.
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Ese es el recuerdo que Fredy Ariel recuerda todos los días. Cada mañana camino a su trabajo debe pasar por el que fue su pueblo durante su infancia y juventud: Armero. Allí, en medio de las ruinas y el recuerdo del lodo y la tragedia, trae nuevamente a sus familiares y amigos, muchos de ellos viven hoy en la memoria y el corazón.
La tragedia fue devastadora, las imágenes y los relatos de los sobrevivientes conmovieron al mundo. Rescatistas, periodistas, ayuda de distintas latitudes. La visita más recordada ocurrió el 6 de julio de 1986, cuando el entonces papa Juan Pablo II llegó.
“La catástrofe que el volcán Nevado del Ruiz provocó sobre todo en Armero y Chinchiná conmovió profundamente mi corazón”, fueron las palabras del papa en ese momento.
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Ante la magnitud de tal evento y las más de 25.000 personas que habían quedado sepultadas por la avalancha, el santo padre declaró este lugar como un camposanto.
“Tenía 18 años y estuvimos allí con el santo padre, recuerdo la oración por Armero, la súplica porque ese sufrimiento cese, porque el duelo pase pronto más no el recuerdo”, añadió Fredy Ariel Gutiérrez.
Hoy, muchos de los que pasan por esta zona se detienen a conocer la huella de una tragedia, otros, llegan hasta este lugar, hoy camposanto, a elevar una oración por los más de 25.000 colombianos que allí perdieron la vida.