Un 13 de marzo del 2013, el papa Francisco llegó al Vaticano para iniciar una de las labores más desafiantes en el mundo: ser el sumo pontífice de la Iglesia católica. Miles de personas en la plaza San Pedro esperaban con ansias conocer a quién sería el máximo representante de la religión, una persona que con sus valores, principios y educación estaría dispuesto a regir la potestad suprema y universal sobre todos y cada uno de los sacerdotes y de los fieles.
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“Cuando el fue elegido papa lo primero que pide fue orar por él, mire qué belleza eso, o sea, el papa Francisco siempre ha sido un hombre muy humilde que pide oración”, exclamó el padre Reinaldo Suárez Múnera, párroco de la iglesia Santa Cruz de Alcalá.
El camino para llegar a ser papa, fue extenso y comenzó en su niñez cuando aprendió a orar de lado de su abuela y de las monjas de jardines infantiles. Después a sus 17 años, decidió seguir su vocación sacerdotal y fue ordenado a sus 32 años. Tras ser obispo, cardenal, fue elegido papa y adoptó el nombre de Francisco.
“La figura del papa para nosotros los católicos, según la tradición y la fe es el representante de Cristo en la Iglesia, es decir, es esa roca sobre la cual se fundó la Iglesia que si hablamos específicamente de los apóstoles estamos haciendo referencia a San Pedro, de hecho, como dato curioso, la Iglesia católica en Roma donde el papa preside está construida sobre la tumba de San Pedro apóstol”, detalló José Gallego, feligrés.
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El papa Francisco fue el primer papa latinoamericano, un hecho que, sin duda, marcó un antes y un después en la historia del Vaticano.