Fueron días de búsqueda y de tratar de recuperar la mayor cantidad de cuerpos, pero al final donde quedaba Armero fue declarado campo santo por el papa Juan Pablo II debido a la imposibilidad de encontrar a todas las personas. Nunca se pudo conocer el número de fallecidos con exactitud.
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“Recordarlo es un caso y haberlo vivido otro y estarla sufriendo en ese momento sí que más doloroso, ¿en qué sentido? En ver como conocimos un municipio, el mejor municipio del norte del Tolima, creo que el segundo municipio del departamento con 44, 43 mil habitantes y de la noche a la mañana aparecer con 20 mil”, recordó Isidro Frasser, sobreviviente de Armero.
Nunca lo olvidarán… Son 40 años y aún siguen sufriendo. No solo fue la carga que bajó desde el volcán, fueron días de dolor y muerte que no superarán.
“Saque gente y apile ahí, los vivos que alcanzaron los recogían y para el hospital… Eso fue espantoso”, expresó Omaira Rodríguez, sobreviviente de Armero.
Se estima que alrededor de 5.092 viviendas fueron destruidas. Por semanas se quedaron ahí viendo como la erupción del volcán les congeló su futuro.
“Muchas familias de aquí dieron la mano a muchas personas de Armero, llegaron compañeros también conocidos, también se les brindó la mano aquí en Guayabal”, manifestó Humberto Rojas, sobreviviente de Armero.
La huella de esa tragedia ha sido permanente, pero solo fueron 20 minutos en los cuales el material que descendió alcanzó una velocidad de 17 metros por segundo, por lo que los habitantes del municipio no tuvieron tiempo de reaccionar.
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Uno de los mitos alrededor de la tragedia es que un sacerdote maldijo el pueblo. Todo se habría dado a mediados del siglo pasado, cuando al municipio llegó el cura Pedro María Ramírez, quien al parecer tendría tendencias políticas de izquierda, lo que incomodaba a una parte de los habitantes de ala más conservadora.