En el mes de la conciencia del autismo, conocimos la historia de Amelia y los desafíos que su madre, que también tiene una discapacidad auditiva, tienen en una sociedad poco incluyente, sobre todo en los temas de salud y educación, por eso, nuestro corazón está más azul que nunca y el de la familia de Amelia, lo ha estado durante más de 9 años cuando, con tan solo 19 meses de nacida, fue diagnosticada con autismo, desde ese momento, las enseñanzas para Mónica su mamá fueron más grandes y comenzó una lucha para toda la vida: la de concienciar a la sociedad sobre está condición.
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Para Amelia el mundo sigue su rumbo normal, en su mesa de trabajo hay colores, cuadernos, revistas, plastilina y otros implementos para aprender, ama las matemáticas y el español, ama pintar, compartir con su familia, jugar play y montar patineta. Su madre, Mónica, ha sido una luchadora incansable para que ella tenga una vida como la de cualquier otro niño y lo ha logrado, pese a las múltiples dificultades que la sociedad le ha impuesto.
En estos 9 años de aprendizajes, no todo ha sido color rosa, porque enfrentarse a una educación incluyente y a qué las EPS autoricen a tiempo las terapias para ella, se convertido en batalla constante que, con paciencia, hasta el momento, ha ganado.
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Amelia, sonriente, atenta y con una mirada de inocencia que atrapa, nos enseña el valor de ponernos en el lugar del otro para entender sus realidades, por eso, se merece todos los abrazos azules y gigantes como el Cielo que la cubre.
