Él es Yoyo y es un perrito profesor. Su mirada tierna y diáfana, su caminar curioso y su atención impecable no solo enamoran, enseñan; lo que transmite va mucho más allá de trucos: habla de amor, de emociones, de familia.
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Junto a su compañero humano, el profe Jei, educador canino y creador de una metodología que ha cruzado fronteras, Yoyo es parte de la Escuela de la Felicidad.
No es un adiestramiento, aquí no hay gritos ni castigos. Hay juego, comprensión, conexión, porque la felicidad; sí, la felicidad, es un gran punto de partida para educar.
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Yoyo no ladra órdenes, inspira, comunica con su alma. Es testimonio de que cuando entendemos a nuestras mascotas como parte de la familia, todo cambia. Los vínculos se hacen más fuertes, las rutinas más alegres, y la vida más plena.