Desde sus 15 años Don Álvaro llegó al barrio Pedregal. El trabajo que encontró en aquel entonces era de vendedor ambulante, la energía y la gente del barrio lo enamoraron y este digno oficio sustentó sus días.
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“Me encantó el comercio del barrio y la gente, la gente es muy civilizada, entonces me quedé acá”, cuenta Álvaro de Jesús Gómez, comerciante.
En sus más de 50 años recorriendo calle a calle de este barrio, como diríamos “se le ha medido a todo”. Vendió tomates, luego fruta, fue carretillero y ahora alquila juegos de mesa. Ese recorrido le ha permitido ser testigo del crecimiento de este sector.
“La gente subía el material de aquí abajo, lo subían a veces al hombro porque no había carreteras, no había nada, todo esto era desploblado y después ya con el tiempo acá detrás del Consumo pusieron una distribuidora de cemento que venía el consumo de cemento a 700 pesos, había que hacer filas”, recuerda Álvaro.
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Como buen comerciante es fiel creyente de que el comercio es el impulso y el motor de la comunidad.
“Te digo sinceramente que el parque para mí entre más ventas haya en el parque más turistas hay, para mí es una alegría el parque porque entre más ventas hay más gente viene, más se divierten y todo”, dice.
A sus 73 años, aún se mantiene diariamente en el parque principal, como uno de esos personajes inmortales de los barrios, pero ahora su negocio también es una excusa para compartir con los amigos que le ha dado el barrio.
