Malagón tiene un pasado de recuerdos oscuros, un pasado sin luz; un presente y un siempre de calor infernal.
Bajo un cielo gris, la vereda queda atrapada en medio de las “llamas” de un infierno imaginario. Está en el Urabá antioqueño, en Chigorodó, en la zona bananera del país.Por muchos años, cuando llegaba la noche en Malagón, en las casas se encendían las velas, que era quizá lo que más se vendía, hasta hace poco, en las tiendas de la vereda.
En la noche, los pollos se quedaban en silencio. Sólo el zumbido de los grillos en la oscuridad del campo urabaeño, acompañaba una vida familiar que después de las seis de la tarde entraba a casa y con ella la penumbra.
“Sentí una felicidad inmensa, porque era algo que a mi edad yo ya no me esperaba”, dice Darney Jiménez, recordando aquel día en que a su casa no entraron propiamente las visitas, sino la luz para quedarse para siempre.
Una noche, que no hace mucho pasó por las cuentas del calendario, con el terrible calor de Malagón, la vereda se prendió, pero con las primeras bombillas.
Desde ese día, aunque las puertas de la casa de Darley continúan abiertas, por allí entró también la necesidad de tener focos.
En esa casa hay 15 puntos en donde se pueden instalar bombillas. La cuenta ya va en 6 sitios que brillan con luz propia. “Son apenas las que se necesitan en esta casa”, dice Darley.
Ver la luz a los 72 años
Hace 16 años, Darley vive en Malagón. Llegó a la vereda iluminada por el amor que le profesa a su esposo José Rubiel Arbeláez. Hace 16 años se casaron y se quedaron viviendo en esta vereda de Chigorodó.
José Rubiel tiene la piel oscura, igual que aquellos tiempos en los que Malagón no se veía cuando llegaba la noche. La vereda desaparecía del mapa del Urabá antioqueño y sólo era a lo lejos como un sitio que queda en el fin del mundo.
El padre de José Rubiel es José Vicente Arbeláez, habitante de la vereda desde hace 72 años. Darley habla de él. Intenta aclarar su edad en la memoria. Y cuando habla se le oscurecen los años del padre de su esposo, entra como en un claroscuro y termina diciendo que no se acuerda, que hay que preguntarle a José Rubiel. Tal vez no lo sabe de tanto haber visto al suegro en la oscuridad que tuvo por tantos años Malagón.
Es que a los 72 años, José Vicente Arbeláez, es posible que sea uno de los habitantes de más edad en Malagón que por vez primera tiene a la mano la luz eléctrica.
La casa de Darley y José Rubiel es una de las más de 35 mil viviendas rurales que en los últimos tres años fueron electrificadas en 2.195 veredas de 105 municipios gracias al programa Antioquia Iluminada, una iniciativa de EPM que ha contado con el apoyo de la Alcaldía de Medellín, el Gobierno Nacional, a través del Fondo Nacional de Regalías, la Gobernación de Antioquia y el Ministerio para la Cooperación del Desarrollo de los Países Bajos.
El apoyo de la Alcaldía de Medellín al programa surge de la convicción de que el crecimiento sostenible sólo es posible cuando la ciudad logra establecer vasos comunicantes con las áreas rurales, es decir, lo que se conoce como la articulación de la ciudad región.
“Ya todos tenemos luz. Y por eso, todos estamos felices. Aquí se dice que si no fuera por EPM, no hubiéramos logrado tener luz eléctrica”, cuenta con satisfacción y un aire de tranquilidad que se percibe en su voz.
Sólo el sonido que emiten unos loritos en la parte trasera de la casa le pone música de la que no necesita energía eléctrica a la tranquilidad de Darley.
Llegó la luz
El programa Antioquia Iluminada inició en el año 2009 con el propósito de electrificar, en tres años, 42 mil viviendas rurales de Antioquia, en su mayor parte ubicadas en lugares de difícil acceso, lo que hacía necesario adaptar muchos de los procesos de transporte e instalación de redes, postes y transformadores.
Esa meta inicial se superará en septiembre hasta llegar a 43.352 viviendas, pero se tiene presupuestado que al terminar este año el programa registrará la electrificación de otras 4 mil viviendas durante los meses de octubre, noviembre y diciembre, para un total de 47.352 en las subregiones de Bajo Cauca, Norte, Nordeste y Magdalena Medio de Antioquia, Norte y Sur de Urabá, Occidente, Oriente y Suroeste.
Hasta el momento EPM ha ejecutado inversiones por $122.831 millones, y para las 4 mil viviendas adicionales se aprobó una nueva partida presupuestal de $8.127 millones.
En total serán electrificadas entre los años 2009 y 2013 un total de 78.566 viviendas, lo que equivale al 99% de las casas del campo que no contaban con el servicio en Antioquia, de acuerdo con el censo levantado en la primera etapa del proyecto.
Jalar el agua, oír a “los turris”
“Lo más duro para las mujeres era la jalada de agua”, recuerda Darley. Es que el agua para el consumo humano sólo podía llegar desde los pozos de la zona mediante un sistema de presión impulsado con energía. Sin ella, ni siquiera a punta de oraciones el agua iba a llegar hasta la casa de Darley, así de fácil. Paradójicamente la luz trajo el agua a su casa y a la de las vecinas.
Dice que en la tarde, muchas veces, no había en qué entretenerse en casa, esperando a que los niños llegaran de la escuela y el esposo del trabajo.
“Si uno quería escuchar musiquita había que comprar baterías para el radio”, ya con la llegada de la luz de EPM, se acabó la compra de velas en esta vereda de Chigorodó.
“Uno anhela en la vida tener muchas cosas y sabe que no las puede tener. Sin luz se vive en medio de la incomodidad”, dice Darley sentada en un murito que da hacia la parte de atrás de su casa, jugando con “los turris”, como le llama a los dos loritos que mantiene en una jaula.
Se acuerda que en las noches, los dos loritos permanecían en silencio viendo la oscuridad de la vereda y que ahora sin necesidad de velas “los turris” se ven con la luz de la casa.
Darley aclara que a los loritos les pusieron “los turris” porque se la pasan haciendo “turri, turri”, que el sonido que emiten es un constante “turri turri turri turri”.
Quién sabe hasta cuándo podría ser una diversión jugar con “los turris”, porque en casa de los Arbeláez, lo primero que se pidió cuando llegó el programa de Antioquia Iluminada fue el televisor, porque ya la nevera estaba, y eso si, cómo no, los ventiladores para refrescarse de tanto calor. Haider Arbeláez Jiménez, el niño de 8 años, pidió un aparato de videojuegos.
Bolis(*) en Malagón
En la cocina, en la sala, en todos los cuartos de la casa de color azafrán de Malagón, muchos objetos están relucientes, están nuevos.
La mamá de Haider dice: “ahora, cuando vendemos un animal, compramos algún electrodoméstico. Ya tenemos olla arrocera, lavadora, ventilador, sanduchera, televisor, nevera…”.
“Viendo que mi mamá hacía jugos, cogí unos vasitos, los llenaba de jugo, los ponía en la nevera y me los llevaba pa la escuela, y los pelaos me preguntaban si mi mamá vendía bolis”, dice Haider, en un tono de voz que cada vez se hace más lento por el sofoco del día en la vereda.
Del total de las familias beneficiadas hasta el momento con Antioquia Iluminada, 13.981 (32%) corresponden a viviendas ubicadas en el norte y sur de Urabá, en 542 veredas de los municipios de Apartadó, Arboletes, Carepa, Chigorodó, Mutatá, Necoclí, San Juan de Urabá, San Pedro de Urabá y Turbo. En el mapa figuran iluminadas las de Malagón y por supuesto la de la venta de bolis de Haider.
Haider asegura que desde que la luz llegó a la vereda ya no sale casi a las calles, a veces polvorientas y otras tantas llenas de lodo amarillo, que hay en Malagón.
Es que así fue como la luz encendió la inventiva para los negocios del chico de 8 años: “las ganas de tener el aparatico para jugar le hizo al niño inventarse la venta de bolis. Con esos helados y 20 mil pesos que le puso el papá logró comprarlo”, asegura la mamá, con voz aún de sorpresa.
La chispa de Haider para los negocios lo llevó a engordar unos pollos, que andan todo el día por la casa y con el producto de su venta piensa comprar un cerdo. El cerdo hará que los deseos de Haider de tener un negocio “carnudo” sigan engordando, pues planea vender el cerdo y de nuevo, con una ayudita monetaria de su papá, poder así comprar un computador.
Desde que la luz llegó a Malagón, Haider es pura energía. Dicen que rumbo a las fincas de Malagón, y hasta más allá de Chigorodó, en donde el calor empieza a quedar como un recuerdo lejano y pegajoso, se encendió la chispa, que por allí va la corriente.
(*)Bolis: hielo saborizado que viene dentro de bolsitas cilíndricas de plástico.
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